De acuerdo con la leyenda ática, Minos fue un tirano que tomó medidas severas para vengar la muerte de su hijo Androgeo a manos de los atenienses. A intervalos regulares exigía de Atenas el tributo de siete jóvenes y siete doncellas para ofrecerlos en sacrificio al Minotauro. El héroe griego Teseo se mostró dispuesto a acabar con esos sacrificios inútiles y se ofreció como víctima.Según la mitología griega, Dédalo construyó este laberinto para encerrar al Minotauro, una bestia sanguinaria con cuerpo humano y cabeza de toro. En la mitología griega, el arquitecto e inventor que diseñó para el rey Minos de Creta el laberinto en el que fue aprisionado el Minotauro. Cuyos corredores tenían un trazado tan complicado que quien penetraba en él no podía salir jamás.
El barco que iba a Creta llevaba siempre (en los tres viajes) velas negras, como signo de luto. Al día siguiente al auto ofrecimiento de Teseo, él y sus compañeros subieron a bordo. El rey Egeo convino con su hijo que si a Teseo le favorecía la suerte, el navío que le volvería al país enarbolaría velas blancas. Ariadna: en la mitología griega, hija de Minos, rey de Creta, y de Pasifae, hija de Helios, el dios del sol.
Cuando Teseo llegó a Creta, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró de él. Una vez en Creta, los jóvenes fueron conducidos a una casa en las afueras de la ciudad donde debían permanecer bajo custodia hasta que llegara el momento. La prisión estaba rodeada de un gran jardín que lindaba con el parque por donde las hijas del rey Minos, Ariadna y Fedra, solían pasear.
Estando Teseo prisionero en Knosos, un día el carcelero se acercó a Teseo y le dijo que en el parque había alguien que quería hablarle. Muy sorprendido, el joven salió y se encaminó allí, donde encontró a Ariadna, la mayor de las dos princesas; tanto la conmovieron el aspecto y porte del mancebo que decidió ayudarle a matar al Minotauro. «Toma este ovillo de hilo —le dijo- y cuando entres en el laberinto, ata el extremo del hilo a la entrada y ve deshaciendo el ovillo poco a poco. Así tendrás un guía que te permitirá encontrar la salida.» Le dio también una espada mágica. Al separarse, Ariadna le preguntó, con voz conmovida: «Te salvo con peligro de mi propia vida; si mi padre sabe que te he ayudado, su cólera será terrible. ¿Me salvarás tú también?» Y Teseo se lo prometió.
Encolerizado por la fuga, Minos encarceló a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto. Aunque los prisioneros no podían encontrar la salida, Dédalo fabricó alas de cera para que ambos pudieran salir volando del laberinto. Ícaro, sin embargo, voló demasiada cerca del sol; sus alas se derritieron y cayó al mar. Dédalo voló hasta Sicilia, donde fue recibido por el rey Cócalo. Minos persiguió después a Dédalo pero las hijas de Cócalo lo mataron.
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